martes, julio 7

CHANGELING: EDAD MITICA


En la época más antigua, el Tiempo de Leyendas, el mundo de los sueños existía junto al reino mortal. Ninguna barrera separaba las dos realidades, y las energías mágicas corrían libremente por las tierras mortales. Cada vez que estas energías tocaban una roca o árbol o bestia, nacían extrañas y fabulosas criaturas. Las hadas -las hijas del Ensueño- pasaban sin problemas entre los bordes de ambos reinos, mezclándose entre las tribus de los humanos que vagaban por la faz de la tierra y enseñando a estas criaturas dinámicas de corta vida el arte de soñar. Esta habilidad de dar forma a nuevas cosas a partir de las esperanzas fragmentarias y las visiones elaboradas en el sueño profundo les ayudaban a mantener fuertes las conexiones entre Arcadia, el reino de los sueños, y el mundo mortal. Al dar el secreto de su fuerza vital - los sueños - a la humanidad, los duendes se aseguraban su supervivencia y proliferación. Nacidos de los sueños, extraían su existencia continuada del poder de la imaginación que los creaba.
De vez en cuando, los hijos del Ensueño deberían mostrarse a los mortales con diversos aspectos, puesto que las formas de las hadas eran tan fluidas como los sueños de los que procedían. En algunas tierras, los duendes se convirtieron en dioses para los Hijos de Adán y las Hijas de Eva; sus poderes de engaño y encantamiento les hacían ser amados y temidos por quienes les encontraban. En Irlanda, las hazañas de las hadas antiguas que se llamaron a sí mismas Tuatha De Danaan inspiraban fascinación y maravilla en los corazones mortales, creando leyendas que persistieron mucho tiempo después de su partida del mundo físico.
Demasiadas hadas vieron a los humanos como simples objetos de juego, conductos de sueños (o pesadillas). Las impresionables mentes de los mortales no tenían defensa contra los caprichosos afectos e iras de estas criaturas similares a dioses. Igual que los humanos aprendieron a soñar, también aprendieron a temer sus sueños. Fue este miedo lo que se convertiría en el desastre para los duendes, puesto que cuando la Edad de Oro de las Leyendas dio paso a las sucesivas edades de Plata, Bronce y Hierro, los humanos aprendieron a protegerse de sus miedos. El acto de autopreservación, comprensible, hizo aparecer la lenta ruptura entre el Ensueño y el reino mortal y trajo el fenómeno conocido como la División

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