GENTE DE OTOÑO: LA PERSONA TRAS LA VENTANILLA.
"Perdona cariño, ahora no puedo atenderte ¿Te importa volver dentro de un par de horitas? O mira, ¿y si mejor lo dejamos para mañana?"
Los miembros de esta extraña subespecie de la raza humana vive siempre tras una ventanilla de atención al cliente, e incluso son muchos los que se cuestionan si siquiera tienen piernas. Su principal característica es la facultad de crispar los nervios del resto de seres con los que tratan. Su labor suele consistir en hacer que la cola de gente que se agolpa frente a la ventanilla nunca avance ni disminuya demasiado. Para conseguir este cometido recurren a una cantidad increíble de recursos que van desde hablar por teléfono durante horas, traspapelar toda clase de documentos o pintarse las uñas durante el horario de trabajo.
Hay dos subespecies de este tipo de gente de otoño. Están los que siempre tienen una sonrisa estúpida en la cara y tratan a todo el mundo con una agobiante y exagerada amabilidad que llega a resultar insoportable cuando empiezan a hablar de sus sobrinos y a contar toda clase de anécdotas absurdas.
La otra clase es aquella que pase lo que pase están cabreados con el mundo, y evidentemente la culpa es de todo aquel que se acerque a su ventanilla. Por lo general esta segunda clase no se vale de demasiados recursos, ya que suele recurrir sólo a lsos enormes discursos de molestia por la falta de todo tipo de papeles o a discutir con los clientes.
Hábitat: Esta crispante clase de gente de otoño suele frecuentar una gran cantidad de edificios oficiales y otros lugares más o menos públicos, desde la oicina de correos hasta las secretarias de colegios y universidades. Aunque proliferan en cualquier lugar en el que haya una ventnilla de cara al público.
Identificación: La gente tras la ventanilla es muy fácil de identificar (aparte de por tener una ventanilla delante) por la increíble facilidad que muestra para provocar el lío más enrevesado a partir de la cosa más simple del mundo.
Otras formas de identificarlos son el hecho de que siempre han salido en el justo momento cuando uno va a la ventanilla, que siempre se van a tomar café cuando la cola es más larga que nunca y que por muchos años que lleven trabajando en ese edificio nunca aprenden a usar la fotocopiadora.
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